Hace casi un año y medio relaté
en esta entrada nuestros primeros pasos con ABIES 2.0, el software de administración de bibliotecas escolares que el Ministerio de Educación puso a disposición de las Bibliotecas CRA de todo Chile. Durante este período, hemos utilizado el programa ininterrumpidamente para administrar nuestro inventario y flujo de préstamos, y mi opinión de él es bastante positiva; sin embargo, no había vuelto a referirme a su uso en este blog. Como no recibí comentarios en dicha entrada, supongo que no encontré ninguna razón para hacerlo.
Pero ello cambió esta semana, cuando, a raíz de su mención en el diplomado que BiblioRedes está dictando para bibliotecarios escolares de todo Chile, mi viejo artículo sobre ABIES de pronto ganó mucho tráfico y apareció más de una decena de comentarios de aproblemados CRAmaradas de todo Chile, que se han encontrado con las mismas dificultades que tuve yo para poner en marcha este software. Esta inesperada visibilidad del blog me ha motivado a retomar el tema, tanto para agradecer a nuestros visitantes como para contarles nuestras experiencias con el programa.
Comenzaré por decirles que, desde entonces, hemos logrado catalogar todos los libros y la gran mayoría de los materiales concretos y audiovisuales de esta biblioteca. Cada uno de ellos tiene pegado un código de barras, generado por ABIES, que lo identifica con un número único y posibilita su préstamo a cualquiera de nuestros usuarios registrados. El lector de códigos de barras con el que contamos nos ahorra mucho tiempo en el registro de estos préstamos; sin embargo, este lector no es un requisito indispensable para poner en marcha ABIES, ya que los préstamos pueden ser cursados ingresando vía teclado el número del libro o material y el apellido del usuario. Hago este comentario debido a que en alguna ocasión, acá en Quilpué, un CRAmarada de otro colegio arguyó que no había instalado ABIES debido a la carencia del lector de códigos en su biblioteca.
Por otra parte, si bien ABIES es capaz de generar carnés de lectores -y de hecho, nosotros hicimos el año pasado los correspondientes a profesores y asistentes de la educación- decidimos no imprimir los carnés de los alumnos. En primer lugar, debido a que, como dije antes, no son imprescindibles, y los préstamos pueden ser cursados sin ellos; y en segundo lugar, por el alto consumo de tiempo y recursos (papel, tinta de impresora, láminas para termolaminado) que implicaría elaborar 600 carnés, o reponer constantemente aquellos que sean extraviados. Esta no es una recomendación, por cierto, y no descarto que lo hagamos en el futuro; pero se puede funcionar perfectamente sin ellos.
He encontrado, de todas formas, que ABIES tiene algunas problemas. Por ejemplo, no es posible cursar un préstamo múltiple de varios libros a un mismo usuario de una sola vez, sino que es necesario efectuarlos individualmente. Esto es particularmente tedioso cuando un profesor necesita, por ejemplo, diccionarios por todo un día, para usar en varios cursos distintos. Además, la generación de estadísticas es muy rígida y hace difícil obtener informes personalizados; por citar un caso, hace poco María Lidia quiso saber cuántos libros del plan lector pidieron los alumnos de un curso determinado durante el primer semestre y no encontré la manera de generar ese informe específico.
Otra dificultad de ABIES tiene que ver con la forma en que el programa fue entregado para su uso en nuestro país. El software fue liberado en 2011 para su utilización sin considerar la capacitación de sus destinatarios, y los manuales, documentación y el curso autoinstructivo fueron a todas luces insuficientes. No se explica de otra forma que, a dos años de su entrega, aún sean tan pocos los establecimientos que tienen el software en funcionamiento. Existen, además, otras obstáculos que descubrí en el camino, a saber: la inclusión de un catálogo precargado en la edición chilena de ABIES, que es preciso limpiar antes de usar (creo que hubiese sido mejor entregarlo en blanco); estrechamente vinculado a lo anterior, la ausencia de un depósito de referencias bibliográficas chilenas que permita ingresar rápidamente los libros de editoriales nacionales pertenecientes a nuestro inventario; y finalmente, la imposibilidad de importar registros del
Bibliocatálogo del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (SNBP) debido al uso de formatos incompatibles (MARC e IBERMARC).
Sin perjuicio de todo lo anterior (uf, parece que salió largo este artículo) en mi opinión el balance es ampliamente favorable. ABIES es una herramienta estable y potente, que paga con creces el tiempo que demanda su puesta en funcionamiento. A los CRAmaradas que están ahora tratando de incorporarlo a sus tareas cotidianas, les diría que no se dejen arredrar por las dificultades y que perseveren en sus esfuerzos por habilitarlo. He añadido un nuevo formulario de contacto en la barra lateral del blog; si hay algo en que podamos ayudar, déjennos un mensaje allí. O comenten al final de esta entrada, o de cualquier otra, que sus comentarios nos alegran el día.
Hace casi un año y medio relaté en esta entrada nuestros primeros pasos con ABIES 2.0, el software de administración de bibliotecas escolares que el Ministerio de Educación puso a disposición de las Bibliotecas CRA de todo Chile. Durante este período, hemos utilizado el programa ininterrumpidamente para administrar nuestro inventario y flujo de préstamos, y mi opinión de él es bastante positiva; sin embargo, no había vuelto a referirme a su uso en este blog. Como no recibí comentarios en dicha entrada, supongo que no encontré ninguna razón para hacerlo.
Otra dificultad de ABIES tiene que ver con la forma en que el programa fue entregado para su uso en nuestro país. El software fue liberado en 2011 para su utilización sin considerar la capacitación de sus destinatarios, y los manuales, documentación y el curso autoinstructivo fueron a todas luces insuficientes. No se explica de otra forma que, a dos años de su entrega, aún sean tan pocos los establecimientos que tienen el software en funcionamiento. Existen, además, otras obstáculos que descubrí en el camino, a saber: la inclusión de un catálogo precargado en la edición chilena de ABIES, que es preciso limpiar antes de usar (creo que hubiese sido mejor entregarlo en blanco); estrechamente vinculado a lo anterior, la ausencia de un depósito de referencias bibliográficas chilenas que permita ingresar rápidamente los libros de editoriales nacionales pertenecientes a nuestro inventario; y finalmente, la imposibilidad de importar registros del Bibliocatálogo del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas (SNBP) debido al uso de formatos incompatibles (MARC e IBERMARC).