¿Quién era el Guardiamarina Zañartu?
Nacido en 1897, Guillermo Zañartu Irigoyen era un joven
guardiamarina que, aunque había ingresado a la Armada , tenía un gran amor
por los aviones, y por lo tanto se especializó en ellos. En 1921, Zañartu
trabajaba en el aeródromo de El Bosque, en Santiago. A pocos días de dejar el
lugar, solicitó permiso para efectuar un vuelo de despedida en un biplano,
procediendo los mecánicos a revisarlo, hasta quedar en condiciones de buen
funcionamiento.
Jovial y alegre, el Guardiamarina Zañartu conversó con sus
compañeros hasta el momento de dirigirse al biplano, invitando al teniente de
ejército Marcial Espejo, su mejor amigo, para que fuera como pasajero en este
vuelo. Eran las 11:30 hrs. del 03 de Mayo de 1921, cuando el avión inició su
despegue. Recién salía de los límites del aeródromo cuando, al iniciar un
pronunciado viraje a la derecha, se le vio encender violentamente hasta
desaparecer detrás de unos árboles; una columna de humo, precedida de una
detonación, indicó la tragedia.
El Guardiamarina Zañartu, que había logrado salir ileso del
aparato, regresó corriendo hacia él y se perdió entre las llamas en su afán de
salvar al teniente Espejo, quien, por no haberse colocado las amarras que
debían mantenerlo sujeto al avión, sufrió un rudo golpe que le produjo la
pérdida del conocimiento.
Tras inútiles esfuerzos, el valiente marino reapareció entre
los escombros en llamas, esta vez semidesnudo, desfigurado y con el cuerpo
convertido en una sola llaga. Al notar la presencia de algunas personas,
Zañartu no pudo contenerse y, con voz firme, sin demostrar dolencia física
alguna, exclamó: “Saquemos a Espejo que se está quemando; pronto, pronto”. Tal
como estaba, se precipitó una vez más en medio de las llamas, tratando salvar a
su amigo. Todo fue en vano: el cuerpo del teniente Espejo yacía completamente
carbonizado entre los restos del avión.
Socorrido por sus compañeros, fue llevado a la posta de San
Francisco, ingresando a ella caminando y rehusando toda ayuda. Exclamaba a cada
momento, “hay que ser hombre hasta el último”. Y tal como dijo, lo hizo.
Rodeado por su familia y amigos, sin expresar una sola queja, Zañartu muere a
las 16.45 hrs., después de cinco horas de terrible agonía, convirtiéndose en
uno de los primeros mártires de la Aviación Naval.
Desde 1982, nuestro Colegio lleva el nombre de este héroe
insigne de nuestra Armada Nacional.